sábado, 8 de enero de 2011

500 AÑOS DESPUES: DEL PADRE MONTESINOS A MONSEÑOR ARNAIZ





El poder político, administrativo y judicial, en los comienzos de la conquista y colonización de la isla de Quisqueya o Haití, era ejercido por el virrey, que en el 1511 estaba representado en la persona de Diego Colón, hijo de Cristóbal; el poder fáctico estaba en manos de los encomenderos, integrado por aventureros españoles llegados a la isla a partir del segundo viaje del almirante genovés, cuyo único propósito era amasar fortuna, aún a costa de la vida de los pobladores autóctonos de la isla, principalmente aborígenes tainos, que eran utilizados en las labores más arduas, incluidas el trabajo en canteras para extraer el material utilizado para levantar los primeros edificios de la ciudad de Santo Domingo, recolecta oro, cultivar la tierra y asistir a los encomenderos y sus familiares en labores domésticas.
El trabajo excesivo y una pésima y escasa alimentación, más las enfermedades que trajeron los españoles, contribuyeron a menguar la salud física de los aborígenes quisqueyanos, y la mental se vio afectada por una nueva realidad que no fue asimilada por los indígenas, que ante la impotencia de sus deidades, traumatizados, recurrieron al suicidio masivo.
El 21 de diciembre del 1511, Cuarto Domingo de Adviento, la Corte del Virrey y las familias de los encomenderos, fieles a las costumbres, y para guardar las apariencias, sin tener a Dios en su corazón y sin dar contenido social a sus creencias cristianas, exactamente como sucede en la sociedad contemporánea, abarrotaron el templo.
Antonio Montesinos, predicador aspérrimo, sin pelos en la lengua, cumpliendo con lo decidido por los miembros de la Orden de los Predicadores, preparó un sermón especial, relacionado con el tema asociado a la festividad religiosa: Ego vox clamantis in deserto ( Yo soy la voz que clama en el desierto), con el propósito de advertir al virrey y su corte y a los poderosos de la época, que el trato cruel prodigádole por ellos a los indígenas constituía una falta muy grave, un pecado que pagarían en el infierno. Para el pueblo llano de la época colonial, como sucede en la sociedad quisqueyana 500 anos mas tarde, no había ni educación ni justicia. La riqueza producida por los indígenas no se invertía a favor de la gente, sino que iba a engrosar las fortunas de los que detentaban el poder político y eran dueños de los medios de producción (mano esclava). Hoy sucede casi lo mismo, aunque la mano esclava fue sustituida por mano de obra barata, haitiana o quisqueyana, que recibe una remuneración que no cubre el costo de la tercera parte del valor oficial de la canasta familiar.
Era un ataque directo a quienes habían creado sus fortunas explotando despiadadamente la mano de obra indígena, hasta el exterminio. Los representantes del poder político y sus servidores reaccionaron indignados, al escuchar la voz de trueno de Fray Antón de Montesinos: " Para os los dar a conocer me he subido aquí, yo que soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla y, por tanto, conviene que con atención, no con cualquiera sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos la oigáis; la cual será la más nueva que nunca oistéis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oir". "Esta voz, os dice, que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muerte y estrago nunca oídos habéis consumido? Cómo los tenéis tan opresos y fatigados sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? Y qué cuidado tenéis de quien os los adoctrine y conozcan a su Dios y Creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? Estos no son hombres? No tienen ánimas racionales? No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? Esto no entendéis? Esto no sentís? Cómo estáis en tanta profundidad de sueno tan letárgico dormidos? Tened por cierto, que en estado en que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo."
Es una crítica al espíritu de rapiña que orientaba a quienes detentaban el poder político y el poder fáctico de la época; a su desmesurada ambición y a la falta de interés en proporcionar a los indígenas la instrucción necesaria para superar su estado de ignorancia.
Los dueños del Poder reaccionaron con extremada intolerancia, y sus esbirros le hicieron la vida imposible a los predicadores, retirándole las ayudas que recibían para sostener su obra evangelizadora entre los indígenas, pero algunos buenos cristianos hicieron colectas y enviaron a Fray Antonio a España, donde los amigos de los encomenderos se dieron a la tarea de malquistarle con el Rey; no obstante, logró conversar con el monarca y persuadirle sobre la necesidad de disponer medidas a favor de los indígenas; y poco después los consejeros reales elaboraron e impusieron una nueva "Constitución" para normar lar relaciones entre los encomenderos y sus vasallos, las llamadas Leyes de Burgos, que infructuosamente intentaron suavizar el trato a todos los indígenas que habitaban el nuevo continente. La "Constitución" se convirtió en letra muerta, y los dueños del poder siguieron actuando para satisfacer sus intereses y ambiciones personales. Es el sistema que se ha impuesto en nuestro país durante 500 años, perpetuando la exclusión y la inequidad que mantienen a más del 80% de los dominicanos anquilosados, incapaces de desarrollar sus talentos a través de una buena educación pública.
Desde ya vamos a recordarles a todos los humanistas y defensores a ultranza de los Derechos Humanos, aquí y en el resto del mundo, que el 21 diciembre del 2011 se cumplirán 500 anos del célebre sermón del Padre Montesinos. Sin duda una fecha emblemática, que no debe pasar desapercibida . Ya en Santo Domingo de Guzmán, la Primada de las Américas, un predicador sin pelos en la lengua, el 7 de enero del 2011, fecha en que se conmemora en la República Dominicana el día del Poder Judicial, inició con una homilía certera y sin desperdicios, las festividades alusivas al Quinto Centenario del Sermón de Montesinos. Le correspondió a Monsenor Arnaiz colocar el vinagre sobre la incurable llaga dominicana: Los políticos prevaricadores y ladrones, deplorando "la rapiña en los bienes públicos de la nación, y la insuficiente atención y apoyo a una instrucción y educación de calidad para todos" y criticó la indolencia y lentitud de los que administran justicia.

Al igual que Antonio Montesinos en su época, el Padre Arnaiz, 500 años después, denuncia los mismos males: políticos ambiciosos, ladrones y prevaricadores, tienen como única prioridad la rapiña del erario público; al pueblo llano de hoy se les niega instrucción de calidad, y la oligarquía vive sin Dios en su corazón, viviendo las apariencias de la fe, pero muy lejos del mensaje de Jesucristo. Con ligeras modificaciones, las palabras de Montesinos se adaptan a la realidad dominicana contemporánea.

Las leyes de Burgos fueron letra muerta, en cuanto a cambiar la suerte de los indígenas; lo mismo pasará con la Constitución de Leonel, pues la inequidad que caracteriza las relaciones de producción y repartición de riquezas, permanecerá inalterable: más riqueza para los ricos, y más pobreza para los pobres.

La voz que clama en el desierto de esta isla llega en momentos en que los aprestos reeleccionistas son ostensibles, para lo que sería necesario una nueva reforma Constitucional, y la arraigada intolerancia, que parece ser la sustancia utilizada para constituir la idiosincrasia de los dominicanos con vocación de poder, se puso de manifiesto cuando a una periodista, el mismo 7 de enero, le exigieron, para permitir su entrada al acto central de la conmemoración, presidida por su altera real, Don Leonel Fernández Reyna, ocultar un volante amarillo que pregona su compromiso con los reclamos de un 4% para la educación.
Este es un año emblemático, un año propicio para salir a las calles a recordar con reclamos y accionnes concretas el Sermón de Montesinos. Es el año para combatir las iniquidades y la falta de justicia social, para combatir la corrupción y la reelección, que son como uña y mugre, y para aprovechar todos los medios al través de los cuales sea efectivo transmitir un mensaje capaz de instruir y despertar conciencias aletargadas.. Este es el año de Fray Antón de Montesinos. Tenemos que superar nuestro apego a las apariencias, y exigir servicios de calidad dentro de plazos razonables. En educación, salud, justicia y oportunidades desarrollo integral asequibles a las mayorías. Celebramos el Día del Poder Judicial con bombos y platillos, pero aún no superamos la mora judicial en ninguna instancia de la jurisdicción civil. El Dr. Jorge Subero, quien será ratificado como Presidente de la Suprema Corte de Justicia cuando se reúna el Consejo Nacional de la Magistratura, reconoce que tenemos un servicio de justicia muy caro.

El ciudadano pobre que obtiene ganancia de causa en una litis judicial, no tiene poder económico ni para retirar la sentencia ni para ejecutarla. Los pobres no están en capacidad para pagar el 7%, más el 12% del 7%, que cuesta la tasa de una reparación económica rendida en primera instancia. Tampoco está a su alcance cubrir las "tarifas" que exige la Fuerza Pública. Miles de expedientes fallados se amontonan en todos los tribunales del país, simplemente porque los pobres no cuentan con medios económicos ni siquiera para ejecutar sus ganancias de causa. Esto tiene que cambiar.
PRO JURIS CAUSA socializará entre abogados un proyecto de ley concebido para superar esa iniquidad.
Víctor Martínez Pimentel.

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