LA CARAMBOLA DE QUIRINO
Leonel y Quirino son contemporáneos, jóvenes luchadores que por diferentes
caminos ascendieron en la escala social, y dejaron huellas indelebles es las
actividades de sus respectivas preferencias. Mientras Leonel se dedicaba a la
docencia para sufragar sus gastos universitarios, Quirino Ernesto, al despuntar
el alba iniciaba su recorrido por las calles de Santo Domingo, conduciendo un
viejo automóvil en busca del pan de cada día.
Leonel terminó sus estudios y una vez convertido en abogado comenzó a hacer
pininos en un despacho jurídico ubicado en el Edificio Baquero, en la señorial calle El Conde, orientado por
Abel Rodríguez y Mariano Germán. La producción era escasa, y Leonel consiguió
que el presidente Jorge Blanco lo designara Abogado de Oficio.
Para entonces, Quirino Ernesto, agotado por las largas faenas, decidió dar
un vuelco drástico a su vida, y optó por regresar a Elias Piña, pequeño poblado
ubicado en la frontera con Haití, atraído por la prosperidad repentina de
algunos conocidos que aprovechando la porosidad de la inexistente línea
divisoria, se habían convertido en imprescindibles para los carteles del
narcotráfico que han convertido la isla de Santo Domingo en puente de tránsito de la droga
que sale de la América del Sur con destino al insaciable mercado
norteamericano.
Leonel y Quirino fueron buenos en
sus respectivos oficios, y el abogado, atraído por la actividad política cerró
filas en el partido creado y dirigido por el Profesor Juan Bosch, mientras
Quirino, generoso, especialmente con los hombres de uniforme, que en la
frontera tienen más poder e influencia que el Presidente de la República, cerró
filas en el ejército.
Leonel y Quirino prosperaron, y dijeron adiós a las privaciones de la
miseria. Leonel, transformado por circunstancias impredecibles en líder
político, alcanzó la presidencia de la
República en el 1996, y Quirino, con recursos provenientes del narcotráfico construyó
un diversificado emporio y asumió la
condición de Don.
El líder salió de la presidencia el 16 de agosto del 2000, con una alta
tasa de rechazo y salpicado por la corrupción. Fue sustituido por Hipólito
Mejía, un líder político campechano y
muy espontáneo, cuyo coordinador de campaña y cuñado, Sergio Grullón, en una de
las actividades proselitistas desarrolladas en la región sur, había juramentado
a un rico e influyente empresario, que resultó ser Quirino Paulino, como
miembro del “Comando de Campaña”.
La intervención del Banco Intercontinental (Baninter), tras comprobarse
turbios manejos en la administración de los fondos de sus clientes, trajeron a
la luz pública la cuantiosa fortuna
acumulada por Leonel Fernández en su primer mandato. La crisis bancaria asestó un golpe demoledor
a la economía dominicana, y la popularidad del presidente Mejía cayó en picada,
al mismo tiempo que la estrella de Leonel comenzaba a recobrar brillo.
Los mejores tiempos de Quirino coincidieron con los peores tiempo de
Leonel. Ya Quirino había adquirido la
aureola de pródigo mecenas, y como Midas, cuanto tocaba se convertía en oro.
Había levantado la hacienda ganadera más próspera y tecnificada del sur
dominicano, y sus ejemplares, envidiados por los más prestigiosos ganaderos,
eran alimentados a la carta, tenían manicurista y hasta músicos para deleitar
sus oídos.
La intervención de sus cuentas tenían a Leonel casi de rodillas, y alguien
le mencionó la existencia de un Don, astuto e inteligente, cuyas inversiones
requerían el auxilio del poder político. Don Quirino intuyó la caída de
Hipólito, en cuyo gobierno alcanzó el rango de Capitán del Ejército Nacional, y el ascenso de Leonel, y decidió cambiar de
caballo.
Leonel y Quirino se necesitaban: a uno le hacía falta dinero y al otro
poder político. El Don se entregó en cuerpo y alma a la campaña de Leonel
Fernández, y cuanto tenía y cuantos le servían, se vistieron de morado, el
color del partido de Leonel.
Leonel ganó, y al Don le echaron el guante mientras dirigía un cargamento
de cocaína destinado a las sedientas narices imperiales. Fue extraditado y
condenado en Estados Unidos, y durante casi una década el nombre de Quirino cayó
en el olvido.
Hilando Fino, un controversial programa de TV dirigido por un periodista
sagaz y aguerrido, Salvador Holguín, fue el medio utilizado por Quirino Paulino
para salir de su anonimato, ¡y de qué
manera! : ¡Cobrándole a Leonel 200 millones de pesos!
Quirino Paulino afirma, y ha sido reiterativo en sus declaraciones,
ofrecidas con más detalles de los que hacen falta para comprobar cuánto hay de
verdad o de mentira en sus afirmaciones, que Leonel Fernández lo contactó y le
solicitó dinero para financiar su campaña política, y que fue contactado a
través de un tal Luis Gutiérrez, y que el dinero aportado le llegaba a Leonel a
través de Margarita Gómez, esposa un general muy influyente en el gobierno de
Leonel, o Felix Bautista, y que en
ocasiones la entrega era directa. En una de esas ocasiones, afirma el convicto,
el ex lanzador y miembro del Salón de la Fama del Beisbol, Juan Marichal,
estaba presente.
Fue más lejos, y vincula a la Fundación Global Democracia y Desarrollo
(Funglode), la paradigmática organización sin fines de lucro de Leonel
Fernández, con el lavado de activos, pues de ser cierto que aportó 7 millones
de pesos, producto del narcotráfico, para adquirir una planta de generación
eléctrica para este ente “no lucrativo”, estamos en presencia de hechos ilícitos
imposibles de desdeñar, y que por la precisión de los detalles suministrados
por el convicto narcotraficante bastaría una par de llamadas telefónicas para
confirmar la certidumbre o falsía de la denuncia.
¿Habló verdad Quirino?
El 96% de la población dominicana otorga crédito a las declaraciones de
Quirino Paulino. Si usted y yo nos colocamos en el 4% que no le otorga ningún
crédito, por lo menos nos encontraremos entre los que no nos satisface como
respuesta la descalificación por la condición de narcotraficante confeso y
convicto del autor ni de la denuncica, ni con las evasivas de Leonel Fernández.
Quirino asestó un golpe rudo y contundente en el mismo hígado de Leonel
Fernández, quien se dobló, y pretende recuperarse del golpe permaneciendo
agachado y dejando a su claque la limpieza de su deteriorada imagen pública.
El golpe de Quirino rebotó en el ojo derecho de Hipólito Mejía, dejándole un moretón que no sanará por ahora, y que terminará dejando sólo en la cancha del PRM a Luis Abinader, y de paso provocó ronchas en la delicada epidermis del presidente Medina, en cuyo rostro, rojo de vergüenza, quedó impreso el golpe moral, reacción de la naturaleza tímida y reservada de Danilo Medina, persona honesta y de principios, que no pudo eludir la carambola de Quirino.
El golpe de Quirino rebotó en el ojo derecho de Hipólito Mejía, dejándole un moretón que no sanará por ahora, y que terminará dejando sólo en la cancha del PRM a Luis Abinader, y de paso provocó ronchas en la delicada epidermis del presidente Medina, en cuyo rostro, rojo de vergüenza, quedó impreso el golpe moral, reacción de la naturaleza tímida y reservada de Danilo Medina, persona honesta y de principios, que no pudo eludir la carambola de Quirino.
Como una derrota se puede convertir en victoria, bien haríamos los dominicanos
en aprovechar la carambola de Quirino para iniciar las labores sanitarias y
profilácticas que requiere con urgencia la actividad política en nuestro país.
Con líderes políticos extendiendo la mano y cerrando los ojos para recibir
dinero procedente del narcotráfico o de la corrupción, el Estado Social
Democrático y de Derecho que promete la Constitución de la República será
eternamente una utopía.
¡Aprovechemos la carambola de Quirino!
¡Aprovechemos la carambola de Quirino!
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